domingo, 16 de diciembre de 2012

Bailando con el reflejo de Adán y Eva (III)



Al lado de la cama había un espejo. Adán y Eva se levantaron y se miraron. Él siguió con su camino a la cocina. Pero ella continuó delante, se vio preciosa y más fuerte. Se enternecía con su propio pelo. Él que era su hombre en aquella noche no era más que una mirada perdida.

Eva seguía delante del espejo, desnuda y tapándose el pecho con su larga cabellera. Quizás fue el efecto del vino de la noche anterior o la droga del amor, pero se encontró ella sola. Detrás ya no estaba la cama con sus sábanas olor a pasión. Ya no estaba la ropa impregnada de besos de vino y cariño. Estaba entre árboles, en la naturaleza.

Allí, en la naturaleza, se reflejó el alma de ella. Halló su subjetividad, su yo más íntimo y vio a Adán ya vestido, vio al hombre más imbécil. Se limpió los ojos con aguas cristalinas del río y se cubrió su entrepierna con una hoja.

Se sentía bien, se conoció mejor porque el pueblo lo veía como un rebaño imbécil, tan pronto, paciente como rebelado. Sentía que el malestar que inundaba esa noche, hacía que su cama se hiciera más grande sin estar a su lado riéndose las estrellas.

Eva era fuerte en la naturaleza, alejada de Adán. Aquí ya no sentía el más mínimo esfuerzo de querer abrazarle. Ni siquiera tenía ganas de desayunar con él. Pero no sabía dónde se encontraba, ni cómo salir y no tenía ropa.

Reflexionó sobre la noche, sobre sus pensamientos, sobre sus inquietudes. Estaba a gusto caminando entre manzaneros y cogiendo la fruta prohibida. Decidió comer una manzana, esta historia ya se la habían explicado a ella. ¡Qué delicia! Una fruta tan sabrosa, tan jugosa. Una manzana del color de la pasión, roja.

Tan solo con la primera mordida sintió placer. Así fue como Eva se olvidó de Adán. Todos aquellos besos y caricias quedaron en la nada llamando a la luna para que volviera a salir.

Todos los besos y caricias, toda la noche a su lado se guardó en la penumbra y más adelante en el amanecer.

2 comentarios:

  1. Adán siempre se creyó el mejor de entre los hombres y ni siquiera era capaz de hacer feliz a Eva...

    Siempre me pareció una historia tonta y cruel esa en que Eva incita a Adán al pecado, reflejo del machismo que a lo largo de toda la historia de la humanidad ha existido.

    Me hace feliz ver que las historias pueden cambiar :-)

    Saludos.

    ResponderEliminar