domingo, 12 de febrero de 2012

Lo que Pinocho no nos dijo

Existe una frase que se puede usar en muchas ocasiones, tanto incómodas como cómodas. La típica frase que, según películas, se pronuncia cuando pillan a la pareja de un protagonista con otra persona en la cama y dicen: No es lo que parece.

Otra posible situación es cuando nos damos por listos y calificamos a alguien en la primera presentación social. Uno no solo conoce a Cenicienta antes de ir preciosa a la fiesta de la noche antes de la medianoche. También se pudo conocer más adelante y con el paso del tiempo que es una bella persona.

Pues bien, esta frase también sale de la pantalla para meterse en la boca de los protagonistas de la realidad. Pero la realidad a veces no es la que nosotros creemos. Igual que en la película el protagonista creía que su relación de pareja iba bien y de repente se encuentra con media orgía en su cama. O ve a una triste y tímida persona que solo friega y no se cuida nada.

Por supuesto no se usa solo para situaciones de cama o de presentaciones, sino también en cualquier otra. Aunque a veces no siempre se interpreta bien. También se usa cuando alguien dice que lo ve en verdad no es lo que parece. Pobre. ¿Puede ser que esta frase de película nos haya marcado tanto? ¿Ahora como puede actuar este participante para que le crea el otro?

Tal vez, intentado no hacer gestos que lo califiquen de mentiroso o tirarse al suelo a suplicarle que el que está engañado es el otro. Quizás, dejando que pase el tiempo y que el otro se pierda como es de simpática y graciosa la princesa.

Nos encanta esta frase, su uso digo. Ahora si es mentira o verdad, ya se verá en la situación. Pero, poniéndonos en el lugar de la cama, ¿no somos mayorcitos para que nos crezca la nariz y no otra parte del cuerpo?

miércoles, 1 de febrero de 2012

Mi sexo es verdadero

Después de ver que en mi expediente académico mi sexo era hombre, decidí tomar partido y ver las cosas de otra manera.

Tal vez, vieron mi manera de ser, a veces más masculina que femenina. Me gusta el fútbol, me gusta hacer el manta y beber cerveza. Pero aquí está el problema: los tópicos nos marcan.

Viejos tiempos han pasado y ahora podemos aprovechar de vestirnos como queramos y/o maquillarnos. Llevar camisetas de pico, pantalones cortos y peinados “perfectos”, todo esto sin tener en cuenta el sexo.

Los tacones estilizan, pero no por eso la hace más femenina. Y la manera de hablar tosca y fortachona, no lo hacen más masculino. También, las típicas “bromas” de “eres una niña” o “no te sientes como un hombre”.

Por otra parte, de pequeños ya nos empiezan a regalar juguetes –podría decir-se así – adecuados. Muñecas o coches. Yo tuve muchas muñecas y a la vez me gustaba jugar con coches, aunque no los tuve.

Cabe destacar que después en casa, cuando uno está solo o sola hace lo que quiere como tirarse eructos, peinarse, tirarse pedos o ponerse ropa ajustada. Porque al fin y al cabo, la apariencia siempre ha sido, lo es y será importante.

Debe sonar cursi pero la cuestión es que uno se tiene que sentir bien o, para los amigos, sexy. Y aunque mi sexo “escrito” fuera erróneo, solo tienen que ver mis curvas hasta llegar a la entrepierna y dicen todo lo contrario.