miércoles, 30 de noviembre de 2011

La ausencia de la luna y la presencia de los libros


Se había tumbado en la cama y en silencio interpretaba en su imaginación escenas en las que el chico la amaba, representando todos y cada uno de los momentos de su cortejo con exhaustivo detalle hasta que sus deseos habían penetrado en sus sueños y había deseado quedarse en la cama por las mañanas para hacerlos durar.

Cerró los ojos y recordó cada momento con intensidad que bien podría haber estado viéndolo y tocándolo otra vez. Le acarició el rostro, las líneas de expresión que se extendían desde los ojos hacia las sienes y las que la alegría había grabado en sus mejillas con cada sonrisa y cada carcajada. Luego rememoró las que la melancolía había esculpido en su piel y las besó ligeramente en su intento por dormir, así como despertarse a su lado.

Había pasado aquellas noches junto a la ventana sumida en una nube de nostalgia y romanticismo. Nadie se había fijado en su mirada porque siempre andaba distraída porque se perdió por infringir la ley que le prohibía contemplar su propia figura. Se perdió en el espejo de los ojos del chico como se perdió al contemplarse a sí misma en las aguas claras de un estanque.

Todo tan rápido. Luego la noche otra vez, y lo peor es que se dio cuenta, sin que pudiera, por su parte, hacer otra cosa que sentirlo. La ausencia hace que el corazón añore más al ser querido.



martes, 15 de noviembre de 2011

Uomo Schermo


¿Dónde está mi poeta, mi autor subjetivo
              que me haga soñar un rato?

¿Cuándo aparecerá aquel que me recite
               el porqué no le gusto?

¿Quién será mi senhal y inspiración 
               en mis obras?

¿Qué haría yo, que harían mis escritos
              sin mi uomo schermo?

¿Cómo sabré si es él o otro,
             el que forme parte en mis noches de lluvia?

¿Por qué no viene,
            por qué no lo encuentro?

¿Por qué lo busco, si cuando parece que lo he encontrado
           su mirada se clava en mi, sus labios me dominan y sus manos me guían? 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cuéntame un cuento de aquello que por fin sentiste


Mientras se alejaba después de darle su último beso, comprendí porque lo hacía. Nadie le había querido tanto y nadie había hecho tanto sacrificio por ella.
Las tonterías rondaban por su cabeza hasta estancarse completamente en no continuar. Durante un tiempo fue inofensiva pero llegó a la conclusión que nadie le tiene que hacer daño. Se sintió orgullosa.
Así que, empezó a desconfiar cosa que le llevó a la confianza. No puso nada fácil las cosas para continuar juntos. Hacía exámenes donde el tiempo era el tema.
Al final de tanto dolor, aparecieron las mariposas que salieron de sus capullos. Y se sintió como ella quería: una reina en su reinado con tierras dadas por el rey.
Pero resulta que era el último beso antes de volver a verle cuando la viniera a buscar en su carruaje y llevarla a los aposentos.