domingo, 30 de mayo de 2010

Todo en la clandestinidad

" De pronto, experimentó en sus hombros empapados
en sudor una agradable sensación de frescor que no
acertó a explicarse del todo al principio; pero, durante
el descanso, vio que un nubarrón bajo qe surcaba
el cielo acababa de soltar su carga. "
Lágrimas brillantes caen a mis pies como los pétalos de una flor muerta. Lluvia sobre los hombros. Le abrazo. Desfilan por mi mejilla y más tarde por mi seno una vida de falsa solitud, todos esos escritos recluidos, todos esos inviernos de enfermedad, todas esas tardes a un despreciado sol. Y lloro, lloro sin contener una lágrima de felicidad, una lágrima cálida y hermosa, mientras a mi alrededor no hay más que la sensació de su mirada en cuya compañía me siento querida y que, me abraza.
Me pongo a llorar bajito, despacio, y en mi pecho la importancia de las cosas, una gerbera.

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