martes, 30 de marzo de 2010

18.3

Sentada en el suelo, apoyada en la pared blanca mirando a la pared roja. Mi cabeza se balanceaba al compás de la música mientras miraba por la ventana. Una habitación bastante atractiva, nose como entré, pero me sentía a gusto en mi ignorancia cerrándome ante todo lo que me molestaba. Cuando quería salir, salía, pero más tarde volvía a entrar. La música iba sonando, y la verdad, no me gustaba mucho el ritmo, pero me sentía a gusto en mi ignorancia. Cuando abría los ojos, me cansaba, era todo tan raro y diferente a mí, que prefería estar en la habitación.

La llave a esa habitación solo la tenía yo. La cerradura estaba nueva, hasta que un día me fijé que la cerradura había sido forzada. Me dio por mirar por el agujero de la puerta y tu estabas intentando abrir la puerta con una tarjeta de crédito, más tarde con una percha…hasta que lo conseguiste. Ese tú me liberó de la habitación.

Ahora la música suena muy bien, al ritmo de guitarra, batería y bajo.
Ahora mis ojos no se cansan cuando los abro y veo aquello que no me gusta.
Ahora la habitación resulta poco atractiva.
Ahora la puerta queda dañada.
Ahora no me siento sola, ya me quedo mejor contigo fuera de esta habitación. Y que me cojas de la mano y me enseñes lo que hay fuera.
Ya no tengo miedo.

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