Maldita sea aquella vez en que quise poner la mano en el fuego y darlo todo. Ojalá se supiera toda la rabia y enfado que llevaba dentro. Aquellas palabras me rompieron, me destrozaron y me llevaron a pensar que en verdad prefiero quedarme conmigo.
Inútil por ser una risueña. Imbécil por dejar de pensar en lo que podría pasar.
Puedo cuidarme yo solita.
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