Pensando estuve en lo que, por desgracia, vi. Tenía mucha expectación y mucho que seguir. Tenía poca lógica y poca coherencia, eso sí, mucha creatividad.
Miles de caras de silicona, extensiones, taconazos, músculos, cuerpos ceñidos, maquillaje como protección y gafas de pasta. Por supuesto, preguntas y papeles que confirman los hechos. Entre personas que al principio son amigos, después son enemigos y acaban como conocidos pero diciendo “Adiós guapa”. Después cotillean o mantienen secretos, al menos intentarlo. Y, empiezan y acabar las frases con “preciosa” y “guapa”. Donde la conversación se basa en gritos y en escuchar poco, por no decir casi nada. Se pasan callando al otro y pidiendo respeto. Pero con algo de movimiento, como levantándose o moviendo las manos.
Tardes perdidas ante un caja que evita que coja mi libro. Mis ojos rojos de cansancio no se apartan de los rumores y mis oídos no hacen más que sentir palabras.
En este momento, echo de menos el diálogo, el intercambio de información, el habla. Igual me han engañado y ahora no paro de ver la televisión. Me quedo sin inspiración.
Necesito una dosis de noticias rosas.
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