Su mirada no era fija. Se distraía a la mínima. Parpadeaba mucho. Sus manos estaban inquietas. También, estaban sudorosas. Cruzaba y descruzaba las piernas. Parecía que no le importaba, que preferia pensar en otras cosas. Su mente estaba igual de cuadrada y cerrada. Al final no le besé.
Pero no fue así.
Me encanta.
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