Recuerda lo que vimos, corazón mío, aquella tarde sobre el césped sembrada de gusanos, ardiente de veneno. El sol brillaba sobre tu rostro y te quemaba. Empezabas a formar parte del césped, de la naturaleza. Y te mirabas, a ti, propio cielo, cómo ibas siendo parte del aire, de lo que no se ve. Las moscas y los gusanos te acompañaban, pero te creíste fuerte y con orgullo.
Desaparecías.
Oh bella porquería, cielo descompuesto, estrella infectada. El aire te cuidará, pero que la naturaleza no se entere que te has descompuesto. Reina del cielo, Reina de la podredumbre.
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